Según Adam Smith, la prudencia es indispensable en la sociedad comercial moderna debido a su especial vínculo con el interés propio. Si se relaciona a la prudencia, el interés propio puede ser beneficioso tanto para individuos como para sociedades. Smith conserva ciertos elementos de la concepción aristotélica de la pru-dencia, al tiempo que corrige otros. La prudencia aristotélica considera lo justo, lo noble y lo bueno, mientras que la smithiana se circunscribe estrictamente a los bienes. La prudencia smithiana nos ayuda a regular nuestra búsqueda de satisfacción del interés propio de forma que, aunque persigamos objetos que deseamos, nunca nos dejemos dominar por tales deseos. Al hombre prudente le preocupa el interés propio, pero al mismo tiempo cultiva tanto las virtudes burguesas (frugalidad, laboriosidad y honestidad) que potencian su propio bienestar como las virtudes sociales (amistad, decencia, respeto) que promueven el bienestar de otros. El artículo concluye que precisamente esta mirada específica es la que hace de la prudencia smithiana un elemento tan útil para nuestro mundo actual.
Ryan Patrick Hanley
DOI:
10.38178/07183089/0840240507
Páginas: 213-230
Fecha de Publicación:
29-07-2024
Palabras Clave:
Adam Smith, Aristóteles, prudencia, interés propio, bienestar, virtudes
¿Cómo citar este artículo?
[1]
Hanley, R.P. 2024. El hombre prudente de Adam Smith: quién es y por qué lo necesitamos. Estudios Públicos. 002 (jul. 2024), 213-230. DOI:https://doi.org/10.38178/07183089/0840240507.