El autor observa que la unión estratégica entre centro e izquierda atraviesa una crisis. Mientras el centro, tradicionalmente asociado al socialcristianismo, ha perdido adeptos, la izquierda —argumenta— ha crecido, pero al mismo tiempo se ha fragmentado como nunca en su historia. Entre sus muchas tareas, las izquierdas deben readecuar su interpretación de la sociedad actual, establecer fines comunes y recuperar las confianzas al interior de sus nuevas élites. Estas confianzas requieren reconstruirse también con el centro, en la realidad de una clase media protagónica y un nuevo sistema electoral.